En este artículo comparto una serie de razones por las cuales los educadores se niegan a utilizar la tecnología en sus clases. Es posible que algunas de éstas ocurran en su entorno de trabajo, otras no vendrán al caso y existan situaciones particulares que no haya tomado en consideración. De todos modos los Tecnólogos Instruccionales tenemos el deber de trabajar con los recursos disponibles para ayudar a los docentes a resolver las dificultades de aprendizaje de sus estudiantes en estos tiempos de transmediatización de la información:
• No sé nada de tecnología, le tengo pavor:
La razón principal para no utilizar la tecnología en la sala de clases es el miedo y el total desconocimiento sobre la instrumentalidad de los recursos, softwares, aplicaciones, formatos y sistemas. Por tanto, prefieren seguir haciendo las cosas de la misma manera de siempre. No se puede imponer el uso de la tecnología, pero sí se puede trabajar en proyectos de mejor grado de complejidad para que se vayan adaptando poco a poco y generen un cambio de actitud (mindware). Comenzar por el uso del sistema operativo y algo de ofimática es una buena alternativa para iniciar el proceso de adaptación.
• No sé cómo utilizarla en mis clases:
Hay quienes utilizan los programas ofimáticos (MS Office). ¡Bravo! Pero no tienen la más mínima idea de los elementos de diseño de recursos didácticos para el eLearning. He visto presentaciones de 300 diapositivas atiborradas de texto e imágenes. Con mucha humildad y respeto les he recomendado partirlas en pedazos, pero hay quienes se niegan a hacerlo. ¿No querrán pasar trabajo, o no sabrán cómo hacerlo? Otros educadores sólo utilizan el correo electrónico como herramienta de eLearning porque es lo mejor que saben manejar. Gran parte de ellos no tienen idea alguna de la convergencia entre softwares, servicios web, aplicaciones, add-ons, widgets, mashups, recursos, sistemas y formatos, por lo que pasan el triple-trabajo creando sus materiales didácticos. Un ejemplo muy común es cuando se envían sus contenidos al correo de Google, en vez de utilizar Google Docs, SlideShare, Box.net, Scribd o Dropbox como recursos de resguardo de información. Lo mismo ocurre con aquellos que se han aventurado a utilizar las plataformas LMS/CMS: Moodle, BlackBoard, Chamilo y Edu 2.0. Sólo las utilizan como repositorios de contenidos didácticos a ser leídos por sus estudiantes y como medios de administración de pruebas estandarizadas en línea. Estas prácticas no se conciben como eLearning, sino como: eReading y eTesting. Transcribir lo que aparece en los libros de texto, agregar presentaciones lineales en PowerPoint, para luego aprobar pruebas estandarizadas, es hacer lo mismo del ayer integrando las herramientas del mañana. No hay comunicación bilateral, interacción, exploración, creatividad, innovación y emprendimiento.
• La tecnología que hay aquí es pobre:
Existen instituciones que disponen de pocos recursos tecnológicos para la comunidad. Esto crea una serie de conflictos de horarios y luchas internas por la frecuencia de utilización y los niveles de prioridad. Por consiguiente, muchos educadores descartan utilizarlos para no entrar en dilemas con sus compañeros de labores. Hay situaciones en las que tienen que moverse de un sitio a otro a toda prisa para imprimir, digitalizar imágenes y descargar vídeos o montar presentaciones.
• La Internet no funciona bien:
La pobre infraestructura de redes de comunicación con el uso de equipos anticuados convierte en un verdadero desastre cualquier intento de estructurar experiencias tecnológicas innovadoras. Esto crea ansiedad, decaimiento, inconformidad y desprecio hacia la tecnología. Claro, se pierde mucho tiempo de la clase esperando que las páginas y enlaces externos se descarguen en las pantallas. Después de todo, lo que no se puede hacer bien con la tecnología en la sala, se puede hacer mejor con la pizarra, tiza, papel y textos.
• Las facilidades físicas son deficientes:
Muchas de las instituciones educativas que operan hoy poseen una débil infraestructura eléctrica. El consumo de electricidad de las consolas de aire acondicionado provoca fluctuaciones de voltaje y apagones constantes que dañan los equipos. Una vez averiados, tardan semanas y meses en ser reparados o remplazados. A esto se le suma los problemas de filtración de agua cuando llueve. Como si fuera poco, ha habido un alarmante aumento en el hurto de recursos tecnológicos en los últimos años. El dinero que hace falta para comprar papel y cartuchos de tinta se gasta en la instalación de rejas y puertas con cerrojos.
• No tengo apoyo técnico/tecnológico:
¡Rayos! Con pocos técnicos que laboran para una comunidad de 200 ó 300 personas, ¿cómo se puede ofrecer apoyo tecnológico eficiente? ¿Quién ofrece apoyo tecnológico en horarios vespertinos y nocturnos? Por lo general no hay personal en esos horarios porque le resulta muy costoso a la escuela/universidad mantener una nómina tan alta. Cuando no se dispone del personal especializado, trabajar en equipos es una buena alternativa. Lamentablemente, tenemos educadores que no promueven el groupware para trabajar colaborativamente y establecer redes de apoyo. Todo el mundo rema hacia su lado. Lo cierto es que en las escuelas y universidades deberían contratar a tecnólogos educativos o diseñadores instruccionales como recurso de apoyo docente. Pero a estas alturas contamos con administradores que desconocen la existencia de tecnólogos educativos y diseñadores instruccionales.
• Los recursos disponibles no funcionan bien:
En la mayoría de los casos, se cuenta con muy poco personal técnico que trabaje en los Centros de Tecnologías de Información para reparar ordenadores, darles mantenimiento y optimización adecuada. ¿Cómo es posible que uno o dos empleados atiendan todos los laboratorios, las computadoras del personal clerical, administrativo y docente? Y cuando se propagan virus informáticos, ni hablar... Hay que esperar días/semanas para que las puedan reparar. Lo cierto es que todavía hay educadores con acceso a computadores y programas en versiones atrasadas. Esto limita significativamente su nivel de productividad. Hay lugares en los que se dispone de equipos tecnológicos prácticamente obsoletos. No es mucho lo que puedan hacer. Es increíble ver que todavía algunos educadores utilizan versiones anticuadas de MS Explorer en sus computadores, sin saber cómo actualizarlas y sin saber que existen otros navegadores web mucho mejores que los que tienen. He visto salas de clase en las que la pantalla de proyección está instalada en un lado del salón, pero el proyector apunta hacia el lado opuesto. A veces los proyectores no tienen el cable para conectarse a la computadora, o no aparece el control para encender el proyector que está instalado desde lo alto del techo. Cuando van a buscar el personal técnico no lo encuentran por ningún sitio.
• Ésto es muy complicado para mí:
Para muchos educadores el involucrarse en proyectos tecnológicos innovadores resulta un dolor de cabeza porque les aumenta su carga académica y los compromete a estar más sumergidos en el proceso de aprendizaje de sus estudiantes. Pero, ¿acaso no es ese el propósito fundamental del educador? Nos pagan por crear, diseñar, estructurar, investigar, producir, gestionar, innovar, compartir y comunicar. Lamentablemente, hay quienes se dedican a consumir lo que otros autores han publicado, copiando y pegando extractos de ideas en sus presentaciones. Luego, se atreven a agregarle derechos de autoría a sus contenidos didácticos. Para colmo, tienen la desfachatez de exigirles a los estudiantes que utilicen el formato APA en sus proyectos. Muchos educadores han alcanzado sueldos de tiempo completo trabajando a tiempo parcial. Una vez dictan sus conferencias magistrales, recogen sus cosas y se van de la universidad. ¿Acaso eso es educar? Tenemos que cambiar nuestro mindware de hacer las cosas a nuestra comodidad y que los estudiantes se adapten a nuestra forma de impartir las clases. Mi paradigma educativo es todo lo contrario; somos nosotros los educadores quienes tenemos que adaptarnos a las necesidades de nuestros estudiantes. Si tenemos que pasar más trabajo creando, diseñando, estructurando e interactuando para beneficio del estudiantado hay que hacerlo.
• Yo me siento muy comod@ así; por qué cambiar:
Hay educadores que prefieren ser tipilipopos (usuarios de tiza, pizarra, libros y PowerPoint) porque entienden que los estudiantes vienen interesados a aprender lo que él/ella les enseñará en sus clases. Definitivamente, hay que cambiar ese paradigma y hacerles entender que sus prácticas pedagógicas decimonónicas ya no son atractivas. Las herramientas de comunicación y aprendizaje de los discentes de hoy no son las mismas que nosotros los educadores utilizábamos en nuestros tiempos de colegiales. El estudiante de hoy no viene a escuchar lo que se dice en el libro de texto; viene a que le permitan pensar, expresarse, crear, explorar, descubrir, producir e innovar lo que se ha estado haciendo durante años...
Quizá hayas escuchado frases como éstas en algún momento:
• "Esto de la tecnología nos cuesta mucho dinero":
Incorporar la tecnología en el contexto educativo no es un gasto, es una gran inversión. Un libro de texto en las manos del estudiante provee conocimiento; pero una computadora en las manos del estudiante es ponerle el mundo en sus manos. Los que piensan así no tienen ni la más mínima idea de los enormes ahorros que le dejaría a la institución el reducir el consumo de papel, cartuchos de tinta y fotocopias. Quienes no la utilizan al máximo desconocen por completo todo lo que se podría reinventar. Si no conoces nada de tecnología consulta con expertos educadores que conocen los equipos necesarios para emprender proyectos tecno-educativos de vanguardia.
• "La tecnología es un distractor":
Vivimos en una época de transmediatización de los ambientes. La educación de hoy compite con otros elementos externos que distraen la atención de cualquier estudiante. "Esas herramientas sociales de Facebook, MySpace y Twitter distraen la atención de los estudiantes", dicen muchos educadores. Lo cierto es que aunque no haya tecnología en la sala de clases, hay otros factores que distraen la atención de los estudiantes. ¿Acaso el chico o chica atractiv@ del lado no resulta ser un distractor?
• "Si no me pagan, no haré nada":
Hay educadores que piensan que merecen compensaciones económicas extras por involucrarse en proyectos tecnológicos. Por tanto, si la universidad/escuela no les paga, simplemente no participarán en ningún proyecto. Esto es una carga adicional que merece ser recompensada de alguna manera, según la opinión de algunos. Lo cierto es que nos pagan para crear experiencias educativas innovadoras y para producir nuevos resultados. El interés en el dinero, compensaciones extras o privilegios no tienen nada que ver con el proceso de aprendizaje de nuestros estudiantes.
• "Ya yo llegué hasta donde tenía que llegar":
Es nuestro deber de educadores actualizarnos constantemente como lo tienen que hacer los abogados, médicos, ingenieros, enfermeros y otros profesionales. Por lo visto, después de adquirir un máster o doctorado, algunos creen que el proceso de aprendizaje es uno terminal y ya no hace falta aprender nada más. El título adquirido se convierte en un fin. En este siglo 21 la especialización ya no es funcional. La versatilidad y la transvergencia del profesional de hoy es de vital importancia para la expansión de los horizontes. No podemos anclarnos en nuestros propios conocimientos porque limitaremos nuestro nivel de competitividad. El aprendizaje es un proceso continuo y no tiene fin.
• "No me gusta perder mi privacidad":
Muchos educadores creen que el curso que imparten es enteramente suyo. Se amparan en la libertad de cátedra para justificar su ineficiencia e improductividad. ¿Y quién supervisa si se está dictando el curso con los indicativos de calidad requeridos? Conozco casos en los que los profesores terminan temprano sus cursos presenciales; otros asignan las tareas y no reúnen la clase. Las mismas condiciones de la educación presencial se pueden dar en la modalidad virtual. ¡No hay mucha diferencia! Para mí, es más fácil evaluar la calidad de un curso en línea que la calidad de un curso presencial. Pero algunos educadores no les conviene que sean evaluados en esta modalidad de enseñanza porque se descubriría el enorme círculo de comodidad que han elaborado durante años. Muchos organismos acreditativos requieren que los programas académicos tengan disponibles sus cursos en plataformas de administración de cursos web (LMS), y también requieren que el profesorado tenga su identidad digital. El profesional de hoy día debe evidenciar sus progresos y avances a lo largo de su carrera.
• "Los estudiantes le temen a la tecnología":
¿No será que sus estudiantes detestan su metodología de enseñanza? Si le temen a la tecnología, por qué cada día hay más estudiantes conectados al WiFi en cada rincón. Investiga a qué lugares les gusta navegar más, qué hacen en la web, cómo se divierten, cómo les gustaría aprender. Si sus calificaciones son deficientes, investiga primero lo que ocurre en el curso antes de llegar a conclusiones erróneas. La tecnología no se correlaciona con el éxito o fracaso en las materias. Más bien, se relacionan con los procesos que se llevan a cabo en el entorno de aprendizaje. El tener recursos tecnológicos no determinará el nivel de aprendizaje de los estudiantes. Es lo que hacemos con lo que tenemos lo que determina si hay o no aprovechamiento alguno. Muchas veces diagnosticamos a los estudiantes que tienen problemas de aprendizaje, pero no hacemos un análisis profundo para reconocer que somos nosotros los que padecemos de grandes deficiencias en la enseñanza.
• "No tengo tiempo para contestar mensajes, dudas ni preguntas fuera de la hora de la clase":
Muchas dudas surgen fuera de la hora de la clase. Es responsabilidad del educador ofrecer horas virtuales de oficina para atender las necesidades de sus estudiantes. Crea entornos virtuales de socialización en donde los estudiantes interactúen entre sí y colaboren a favor del aprendizaje. Conozco educadores que no abren sus correos electrónicos o no acceden regularmente a sus cursos en línea para atender las necesidades de sus estudiantes. Entonces, ¿para qué rayos diseñaron un curso en línea?
• "Caramba, yo no tengo Internet en mi casa":
Esta es una de las excusas más baratas que he escuchado en mi vida. Hoy día un educador necesita estar conectado a la web, como necesita un auto para llegar a su lugar de trabajo. Estar conectado a la web no es un lujo, es una necesidad que le permitirá extender su nivel de productividad y las capacidades de comunicación y actualización constante del conocimiento. Tener un computador hoy día no es un lujo, sino una herramienta de trabajo esencial con la cual puede hacer maravillas. Si la web es la puerta hacia el conocimiento, cómo es posible que un educador (generador de conocimientos) permanezca desconectado del mundo en el que vive.
• "¿Tecnología, para qué? ¡Si yo me retiro/jubilo pronto!:
El estar cerca de la jubilación no es impedimento para aprender lo nuevo y lo productivo. Estar retirado de la educación no significa que ya no hace falta estar al tanto de lo que ocurre en el mundo. Conozco compañeros jubilados que desean aprender a utilizar la tecnología para contribuir en la sociedad desde otras dimensiones. ¿Por qué desaprovechar sus conocimientos y experiencias? Se pueden hacer tantos proyectos innovadores con las personas retiradas: consultorías, civismo, tutorías, coaching, vinculación comunitaria, asesorías, consejerías/mentorías, etc.
• "Yo no tengo tiempo para aprender a usar la tecnología, cuando estoy comprometid@ en muchos comités y proyectos institucionales":
Reconozco que hay que aportar en los asuntos concernientes a la universidad/escuela, pero también hay que crear un balance para mantenernos actualizados en nuestras disciplinas, conducir investigaciones, crear, socializar, aprender nuevas técnicas y estrategias de enseñanza. No podemos echarnos encima todas las responsabilidades de la institución. Total, de indispensables están llenos los cementerios. Cuando tú faltes vendrá una persona nueva a ocupar tu espacio.
• "Bah... eso es mucho trabajo para corregir":
Por eso evaluamos lo que es más fácil enseñar, no lo que verdaderamente es esencial aprender. Leer ensayos, investigaciones, papers, monografías, evaluar presentaciones o proyectos resulta tedioso para algunos. Por tanto, es más fácil administrar una prueba estandarizada que pueda ser corregida de manera automática. Se han preguntado si las actividades instruccionales son de utilidad para que sus estudiantes se conviertan en ciudadanos creativos, responsables y felices. Nuestros estudiantes necesitan aprender lo tradicional: conceptos declarativos, procesos, procedimientos, reglas y patrones repetitivos. Pero también necesitan aprender a aprender, acceder información fiable, filtrarla, discernirla, tomar juicios, deconstruirla, reconstruirla, tomar riesgos, aprender del fracaso, conectar nuevos conocimientos, formar parte de las conversaciones globales y a desarrollar las capacidades necesarias para gestionar la incertidumbre del siglo 21. Educar consiste en promover el desarrollo del pensamiento divergente para solucionar crisis o adversidades. Si es para repetir/transcribir lo que dicen los textos, entonces cualquiera puede ser educador hoy día sin necesidad de formarse en pedagogía.
• "Lo que yo produzco es mío y de nadie más":
Guardar lo que se tiene es dejar que se pudra en el baúl del obsoletismo. Es permitir que tus neuronas se atrofien por falta de uso. Muchos educadores prefieren reinventar la rueda una y mil veces, antes de utilizar un material diseñado por otro colega. Algunos piensan que lo que crean es una pieza única de colección que sebe ser guardada bajo llave en su museo personal. Qué pena que no se den cuenta que miles de personas ya han creado contenidos relacionados de mucha mejor calidad. Lo cierto es que hoy día la mentalidad de restringir con ©® ha comenzado a cambiar gracias al: Open Content, Creative Commons, OpenCourseWare, MOOC, Open Access y otros movimientos que promueven el procomún (bien comunal). El paradigma de anclarse en lo que ya se sabe obsoletiza el aprendizaje, ya que en esta era el conocimiento es evolutivo. En el siglo 20 el conocimiento era estático, perdurable y bastante predecible. El siglo 21 es transmutable, transfigurable y transformable. El nuevo paradigma de la apertura "openess" ha demostrado que el valor del contenido crece a pasos agigantados cuando se comparte lo que se crea. He vivido este paradigma al acceder eBooks, artículos PDF, vídeos, presentaciones, naracciones, podcasts, webinars, webconference, streamings y otros recursos de aprendizaje maravillosos. ¿Por qué no compartir lo poco que yo produzco? Es más lo que recibo que lo que doy. Me siento comprometido a compartir lo que genero con la comunidad educativa sin temor a que me copien mis ideas.
Nuestro sistema educativo no debe seguir siendo un centro donde se emplea una manera única de enseñar, evaluar, investigar, exponer, expresar, actuar, socializar, pensar y gestionar proyectos. La tecnología es la herramienta de aprendizaje de nuestros estudiantes. Éstos ya no recurren a sus padres y maestros para aclarar sus dudas. Ellos recurren a su portátil, iPad, iPhone, Android, Tablet, Slate o cualquier dispositivo con conexión a la web para buscar lo que necesitan.
Negar el acceso de los jóvenes a las redes sociales es limitar su proceso de adaptación a los usos y costumbres sociales del contexto en el que viven, descapitalizarles en cuanto a algunos de los activos que serían más útiles en un futuro, como el capital social y relacional (Dolors Reig, 2010). El propósito de la tecnología es complementar lo que se ofrece presencialmente, no sustituir al educador y el poder socializador. De lo que se trata es que los estudiantes se conecten para participar en experiencias de aprendizaje formal e informal. Actividades interactivas en las que socialicen, conversen, debatan, participen de encuentros dialógicos, búsqueda de información guiada e involucramiento en los proyectos transnacionales. Aprender a aprobar no garantizará el éxito -ni a corto ni a largo plazo- en la vida personal, profesional y socio-cultural del estudiante.
Para concluir, si en tu institución no hay tecnología, infraestructura, apoyo, recursos ni colaboración social, aventúrate a aprender de manera independiente. Aprende a manejar las herramientas invisibles de la nube. Observa lo que otros hacen en sus entornos digitales, crea obras derivadas, utiliza otros autores como referencia, diseña y demuestra tolo lo que se puede hacer con la tecnología para mejorar tu práctica pedagógica. No busques excusas para evitar la tecnología. Si tus estudiantes, compañeros docentes y administradores no les interesa transformarse, no te desanimes ni te dejes llevar por la corriente general del inmovilismo. No te conviertas en un Educador 0.0. Al contrario, sé proactiv@ y aprende a compartir en la red con otros profesionales para descubrir las nuevas filosofías, teorías y paradigmas educativos que se practican hoy día en diferentes entornos colaboración social. Verás que la información llegará a ti por sí sola.
La web ha sido mi centro de educación continua y estudios profesionales. Un centro de aprendizaje invisible, informal, descentralizado, donde se comparte un enorme flujo de conocimientos con profesionales de todas partes del mundo. Todo lo que he aprendido lo comparto en eventos educativos presenciales y virtuales. Quien no quiera adaptarse al cambio tecnológico sólo dispone de dos opciones: el readiestramiento a regañadientes o la jubilación.
Publicado por Edumorfosis
Antonio Delgado
http://edumorfosis.blogspot.com/
1… No tomo clases en la universidad, pero aprendo de manera informal en mi tiempo libre y a mi propio ritmo…
2… No ando en busca de títulos o ascensos, pero sigo actualizándome a través de artefactos digitales y participando en experiencias educativas innovadoras…
3… No busco compensación alguna, sino que aumento mi nivel de productividad colaborando en proyectos innovadores a cualquier hora y desde cualquier lugar…
4… No gano dinero extra, pero recibo un incalculable valor añadido por compartir mis ideas con l@s demás…
5… No pido regalías por mis aportaciones, porque me satisface enormemente formar parte de la nueva “economía del conocimiento” y la “cultura de la participación”…
6… No tengo tantos seguidores como las celebridades, pues las personas que me siguen y sigo en las redes, contribuyen diariamente al desarrollo cognitivo social…
7… No seré un conferenciante de renombre, pero mi identidad digital recorre senderos jamás imaginados…
8… No necesito ampararme en el copyright, pues es más lo que recibo gratuitamente que lo que logro producir…
9… No me preocupa que me roben las ideas, prefiero que se mantengan en constante movimiento y evolución…
10… No me considero un experto en tecnología ni en educación, pero sí un aprendiz permanente al que le apasiona aumentar las posibilidades de los demás…